miércoles, 6 de noviembre de 2013

EL PUERPERIO EN EL SIGLO XXI


El puerperio es considerado usualmente como un período de desequilibrio para la mujer que dura alrededor de 40 días después del parto, tiempo que fue estipulado -ya no sabemos por quién ni para quién-  y que responde a una  histórica veda moral para salvar a la parturienta del reclamo sexual del varón. Pero ese tiempo cronológico no significa psicológicamente un comienzo ni un final de nada.
Personalmente, considero que el puerperio, en realidad es el período transitado entre el nacimiento del bebé y los dos primeros años, aunque emocionalmente haya una diferencia evidente entre el caos de los primeros días, la capacidad de salir al mundo con un bebé a cuestas o el vínculo con un bebé que ya camina.
Estos dos años tienen que ver con el período de completa “fusión emocional” entre la madre y el bebé, es decir, con la sensación de la madre de vivir dentro de las percepciones y experiencias del bebé, sintiéndose “desdoblada física y emocionalmente”. ¿Por qué dos años? Es posible reconocer en el niño el lento despegue de la fusión emocional, alrededor de los dos años de edad, cuando puede empezar a nombrarse a sí mismo como un ser separado, cuando puede decir “yo”. La madre vive una situación análoga, pero sin tanta consciencia. De hecho, alrededor de los dos años del niño, toda madre también recupera ese “ahora soy yo misma”, sintiendo deseos genuinos de “volver a ser la de antes”, con intereses y proyectos que no incluyen necesariamente al niño.
Mi intención, por lo tanto, es que reflexionemos sobre el puerperio basándonos en situaciones que a veces no son ni tan físicas, ni tan visibles, ni tan concretas, pero no por eso son menos reales. Se trata de abordar la cualidad invisible del puerperio, el sub-mundo femenino,  los campos emocionales, lo que nos sucede aunque no lo podamos abordar con palabras concretas.

Básicamente quiero recalcar que las mujeres merecemos obtener cuidados, comprensión, aceptación y protección, traduciendo de este modo que lo que nos pasa internamente, “es correcto” y no hay nada diferente que tendría que suceder. Con un bebé en brazos, habiendo atravesado un parto, en plena desestructuración emocional, bajo los efectos de la pérdida de nuestra identidad; lo menos que podemos anhelar es estar desorientadas. Por eso necesitamos acompañamiento y permisos para aprender a navegar el puerperio que viene en formato invisible, sin bordes, sin horarios, sin lógica y sin razón.

En sociedades donde las mujeres se hacían cargo comunitariamente de la crianza de los niños mientras los hombres se ocupaban enteramente de procurar el alimento, el puerperio funcionaba como un tiempo de reposo y de atención exclusiva para el recién nacido. No había apuro para abandonar ese estado de entrega y silencio, de leche y fluidos.

Nuestra realidad social es otra. Vivimos en familias nucleares, en departamentos pequeños, a veces alejados de nuestras familias primarias y  en ciudades donde no es tan fácil reemplazar a una comunidad de mujeres que alivian las tareas domésticas y construyen una red invisible de apoyo. Sin embargo todas las puérperas necesitamos esa red para no desmoronarnos a causa de las heridas físicas y emocionales que nos dejó el parto. Por otra parte, es evidente que 40 días es demasiado poco para recuperarnos, sobre todo cuando no hay nadie defendiendo las necesidades impostergables de la díada mamá-bebé, no hay una comunidad femenina para cuidarnos y además la mayoría de las mujeres somos expulsadas tempranamente al trabajo.

El panorama es desalentador para las mujeres modernas y urbanas, aunque pensemos que esto hace parte de la liberación femenina: en realidad no hay verdadera elección, casi nadie está en condiciones de decidir cuánto tiempo necesita quedarse con el bebé y cuándo es el momento adecuado para cada una para reincorporarse a la vida laboral. Y esto no está sólo pautado por las necesidades económicas, muchas veces reales. Sino sobre todo por una identidad construida casi integralmente en el ámbito del desarrollo laboral, y por lo dificultoso que resulta quedarnos sin referentes en el terreno de las emociones, la conexión con la interioridad, el contacto corporal, el tiempo fuera del tiempo y prácticamente nadie para acompañarnos en esta expulsión de hecho de la vida “normal”.

Por eso sería pertinente ofrecer información realista con respecto a las sorpresas que nos depara el puerperio a varones y mujeres. Tenemos que difundir con mayor precisión los conceptos sobre la naturaleza de la fusión emocional entre la madre y el recién nacido, sobre las necesidades específicas de una mujer puérpera y sobre los cuidados indispensables que debe recibir. De esta manera cada pareja podrá determinar si está en condiciones de generar el cuidado necesario tanto para la madre como para el bebé, o si necesitan buscar fuera del núcleo familiar ayudas complementarias.


A las mujeres nos corresponde también encontrar nuevas maneras de integrar nuestro propio desarrollo personal y la maternidad, de un modo que sea saludable, acorde a los tiempos que vivimos, pero sobre todo, completamente honesto con nuestro ser esencial.

Por Laura Gutman

                                                   

                                                                                               

martes, 5 de noviembre de 2013

Dar el biberón con Amor

  • Sigo su página y muchos de los consejos que aquí se dan me parecen muy acertados, sin embargo no puedo evitar sentir cierto desprecio o critica, cuando alguien comenta algo sobre un bebé que toma biberón. Por esta razón me anime a escribirles estas lineas.

    Mi bebé toma leche en biberón desde el primer día que llego a este mundo, la razón? No es necesario darla, porque pienso que al hacerlo se intenta justificar algo y no creo haber hecho nada malo. Quiero pensar que ninguna madre en su sano juicio haría algo que no considere correcto en cuanto a la alimentación de su hijo.

    Varias veces me sentí mal porque leí muchos comentarios diciendo que darle biberón era para madres flojas y que no quisieron esforzarse en dar pecho. Floja yo?

    Desde el primer día pedí en la maternidad ser yo o el padre de mi niño quien le diera sus alimentos, y también pedí que no me le pusieran horarios ni me lo forzaran a tomar más leche de la que el quisiera. Menos de 1 onza se tomaba y en menos de una hora otra vez y otra vez y otra vez. De noche era lo mismo. Levantarme cada máximo dos horas a preparar la formula y calentarla y sostenerlo en mis brazos y verlo comer era cansadisimo pero a la vez precioso. Creo que al menos en las tomas de la noche quienes dan pecho es mucho menos sufrido, si duermen con el bebé no hay necesidad ni de levantarse a preparar y calentar leche. Floja yo?

    Pasado el tiempo, cada vez comía más, lavar biberones y esterilizarlos entre toma y toma no era tedioso pero ningún problema ya agarrándole el ritmo a todo eso. Pero siempre a sus tiempos. Nunca forzándolo ni animándole a que comiera mas de lo que el quería. Floja yo?

    Otro de los comentarios que leía y me causaban tristeza es que los bebes de biberón pierden la conexión con su madre. Mi Bebé JAMAS a tomado un biberón el solo, y eso pese a criticas de que a sus 15 meses ya debería agarrarlo solo. Pues no es que el no sepa agarrarlo, pero él y yo disfrutamos tanto ese momento en el que esta en mis brazos tomando su biberón. Aunque se lo diera en la mano el viene a mi y me lo entrega para que yo se lo de. Floja yo?

    Qué no es crianza con apego si no das pecho? Pues mi bebé y yo somos tan apegados que no me importa tanto si no encajo del todo en esa definición.

    Solo les escribo estas lineas para que sepan que aun dando biberón no creo haberme ahorrado alguna noche de desvelo como las mamás que dan pecho, me desvele, fue cansado, y a la vez muy gratificante. Por favor, cuando alguien comente que da biberón no corran a preguntar sus razones, no esa necesario saberlas por que lo que debe quedar muy claro es que TODA MADRE AMA Y HACE LO MEJOR POR SUS HIJOS.

    Disculpen el extenderme tanto.
    Saludos a todas.
    Lizeth M.